miércoles, 25 de marzo de 2015

Catarsis de un inmoral

La auto-desconfianza murmura al oído,
ríe de mis delirios y tus silencios…
en la carretera hay sangre,
quizá dos litros que a nadie le importan…


Aquellos días comenzaron vistiéndose con gotas,
apagando conciencias deseosas de correr
sin obstáculo alguno…
el niño con ropas sucias, casi asquerosas
llora en la banqueta ignorado
la mismísima noche de navidad…


Buscaron atarnos desde siempre y para siempre,
inventaron la técnica esquizofrénica
para hincarnos frente a su altar…
el aire del entorno se torna insoportable
llenando ambos pulmones de angustia soez,
la sensación es reconocida por el subconsciente
 que se niega a acostumbrarse


Se tiene que tocar fondo con ambas manos,
se debe caminar en las avenidas socavadas para
abrazar la importancia de la desobediencia,
para reconocer el deseo nunca
más culpable; de agotar lo posible
y desafiar las costumbres…


La confusión transita entre grifos,
la confusión recorre ciclovías,
la confusión llena edificios,
la confusión del tiempo que se desliza 
sin parar, también llena copas inútiles…


Las sombras de los fugitivos prometen
borrascas repletas de insolencia,
ráfagas sonrientes en vestiduras manchadas,
brindis rozando tus piernas en las fiestas del deseo…
nuestra venganza contra todo lo que ya es y
no será más; dispara contra los palacios
artificiales creados por aquellos
santos alabados por corazones que beben sangre
mientras mutilan a un pavo sin suerte,
en sus mesas disfrazadas de respetabilidad…



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