martes, 31 de marzo de 2015

Abismo...

Caminar desde temprano para reconocer
las huellas del último ser que trastravió
por las noches de esta ciudad   
lacerada entre callejones húmedos...
allí, en una desnuda esquina donde ráfagas
y torbellinos suelen seducirse
te encuentro y es que tu recuerdo no palidece
ni un leve instante al contrario,
se acomoda con una confianza brutal
en mi conciencia…

Las certezas se derrumban,
chocan frente a mis ojos
colisionando de súbito justo al unísono
del canto de aquel loco y la cacofonía
aparece sobre un
pavimento ya nada
firme desde siglos atrás, pues todo
tiende a temblar como el
constante tambaleo de la condición humana…

El tiempo y sus efímeros bailes
abrazan mi garganta, golpean mi estomago
justo en el momento donde mi confidente
es el silencio y la oscuridad de la noche,
y mi sábanas te nombran, te acarician
y se despiden… todo sabe a trampa,
a soledad, a silencio y olvido…

Un beso, tan solo un lujurioso beso
es capaz de calmar mi desasosiego
ante el trágico golpe de realidad
en esta oscura y silenciosa noche…

¿Cuántas cosas más habremos de inventar
para alejarnos paso a paso de nuestros
alaridos más profundos?
Conmigo viajan siempre, alertas,
las cartas de ese tahúr que soy, de ese
que afila garras y dientes sin miedo alguno
a utilizarlos cual guerrero…

Al borde de la sinrazón y la locura
que han tocado más de alguna vez la puerta
de esta existencia que recibe ya sin reproche
alguno la nostalgia que tu traes…
abrazo el delirio que llevo dentro,
lo acaricio, lo golpeo, incluso lo beso,
 lo embriago, lo invito a pronunciarse,
a luchar cuerpo a cuerpo contra mi,
 a golpearnos dentro de un cuadrilátero
inventando ese ritual  que nos asemejará
a los dioses adorados por la vulgaridad
humana…

Continúo dibujando tu voz,
sigo escuchando tu silueta en mi mente
sin la más mínima gota de miedo de
perderme en aquel abismo…







miércoles, 25 de marzo de 2015

Catarsis de un inmoral

La auto-desconfianza murmura al oído,
ríe de mis delirios y tus silencios…
en la carretera hay sangre,
quizá dos litros que a nadie le importan…


Aquellos días comenzaron vistiéndose con gotas,
apagando conciencias deseosas de correr
sin obstáculo alguno…
el niño con ropas sucias, casi asquerosas
llora en la banqueta ignorado
la mismísima noche de navidad…


Buscaron atarnos desde siempre y para siempre,
inventaron la técnica esquizofrénica
para hincarnos frente a su altar…
el aire del entorno se torna insoportable
llenando ambos pulmones de angustia soez,
la sensación es reconocida por el subconsciente
 que se niega a acostumbrarse


Se tiene que tocar fondo con ambas manos,
se debe caminar en las avenidas socavadas para
abrazar la importancia de la desobediencia,
para reconocer el deseo nunca
más culpable; de agotar lo posible
y desafiar las costumbres…


La confusión transita entre grifos,
la confusión recorre ciclovías,
la confusión llena edificios,
la confusión del tiempo que se desliza 
sin parar, también llena copas inútiles…


Las sombras de los fugitivos prometen
borrascas repletas de insolencia,
ráfagas sonrientes en vestiduras manchadas,
brindis rozando tus piernas en las fiestas del deseo…
nuestra venganza contra todo lo que ya es y
no será más; dispara contra los palacios
artificiales creados por aquellos
santos alabados por corazones que beben sangre
mientras mutilan a un pavo sin suerte,
en sus mesas disfrazadas de respetabilidad…