lunes, 26 de noviembre de 2012

Extranjero en navidad



La carencia, su inseparable escolta. Está menudamente pedo, medio drogado por el pegamento que estuvo inhalando hace una horas pa quitarse el hambre, un poco sucio porque hace un par de días que no se baña pues no hay duchas ni regaderas en las banquetas, tiene un poco de hambre debido a que la última vez que comió fue hace veinticuatro horas, si, cuando hurgó y encontró un sucio y mordido pan en la basura. Ah veces consigue yesca y la vende y casi siempre; trabaja lustrando zapatos. 

Está adentro de un moll, no sabe como llegó, pues como lo dije antes se encuentra medio pedo todavía. Ve luces navideñas, arboles decorados, vitrinas exponiendo camisas, pantalones, zapatos, de una y otra marca (aunque no llega a saber el nombre de las marcas porque nunca le enseñaron a leer), observa a mucha gente caminando con grandes bolsas llenas de zapatillas. Tufo a idiosincrasia consumista, folclore de fans del primer mundo en el ambiente. Suena música , son villancicos, pero no los reconoce, por ahí observa a un adolescente como de su misma edad que va escupiendo engreimiento con un spanglish acentuado, por allá pasa una joven fashionista que no despega la vista a su moderno smartphone, a su lado desfilan dos mujeres que van pelando a la “mony” y a la “sheny” por "putas y acosadoras" luego, pasan frente a él dos chavos que van comentando que algunas de las tiendas de este moll se han vuelto mucas, shumas, choleras, nacas y por el carrusel; se están haciendo mates dos adolescentes porque parece que el mirrey le tira la onda por “feisbuc” a la novia del emo.

Frunce el rostro enfadado, se siente extraño, extranjero, chocante en aquel gran comercial. Todo lo que ve le es tan ajeno y anónimo, tan confuso. El estruendo de una voz simulando a Santa replica en las bocinas: “feliz navidad a todos jo, jo”  trata de comprender aquella frase que se le hace tan maldita: “¿feliz navidad?”, no ha ni siquiera comenzado a reflexionar porque le resulta tan inverosímil dicha frase cuando siente un hostil empujón, es un policía del moll quien le dice de mal tono mientras sigue empujándolo – salí, no podes entrar acá chato – (su nombre no es chato) sale del moll y pasa sus dos manos sobre sus dos brazos, hace mucho frío, ahora solo desea comer algo y buscar un lugar donde cubrirse en navidad.
   

jueves, 8 de noviembre de 2012

Vigilante




Hora y media lleva dentro de su lujoso Mercedes, Rolando Castillo, vigilando una humilde casa en un sector modesto, él es un empresario jefe de muchos y de muchas, dueño de una casa en un barrio privado y de un chalet en la playa. Con una familia respetable dentro de la sociedad y devoto de una ideología conservadora y prejuiciosa.

Hace dieciocho años Don Rolando Castillo engañaba en ocasiones a su religiosa esposa con la empleada domestica; “la mari”, a quien por cierto jamás sentaron en la mesa, comía en la cocina o en su cuartito de 3 x 2mts. Don Rolando en las noches llegaba borracho y se excitaba con las pronunciadas caderas de su empleada y procedía a penetrarla rudamente. Meses después; “la mari”, la empleada, quedo embarazada y se lo comunico al posible y lógico padre sí, al patrón Rolando quien inmediatamente la echo con el pretexto de  india igualada, de pobre, de ignorante y más que todo por embarazarse. De esto nadie más se entero, cuando la conservadora esposa del señor Castillo pregunto la causa del despido el señor de la casa le dijo que sospechaba que le había estado robando, - porque así es esa gente; ladrona, ratera y mal agradecida con buenos y educados patrones como nosotros - se jacto, respondiéndole a su esposa.

Pero cuando el pasado decide perseguir las conciencias humanas no ve clases sociales ni credos, y al empresario desde hace año y medio lo ha visitado en las noches Don insomnio, cortesana pesadilla, y la señora reflexión  quien le picotea la cabeza preguntándole: ¿y tú hijo, como será, qué tal estará, se parecerá a ti, como le habrá ido con una mamá sirvienta? ¿Será justo dejar sangre regada por ahí? y por eso decidió por fin vigilar esa fea y pequeña casa en ese sector, donde hay prostitutas a unas cuadras, dilers vagando y travestis en la esquina más cercana. Él sabe que ahí vivía la sirvienta que embarazó, pues había heredado esa pequeña casa y lo más lógico según él; es que aún viva ahí, ¿pues  con qué dinero se podría ir a otro lugar? 
 
Pero ya ha pasado buen rato y nadie sale de la casa, está desesperado y cansado, neurótico y cansado, cansado y cansado así que prende el carro y se dirige a la esquina donde están aquellos hombres vestidos de mujer, uno se le acerca a la ventana y le dice – hola guapo, ¿me subo? – Don Castillo lo sube al carro, no lo ve a la cara, le da algo de nausea, que asco estos delincuentes piensa mientras lleva el auto enfrente de la casa que lleva ratos vigilando y procede a hablarle al hombre maquillado, al de la peluca y lápiz labial, al de la tanga y perfume barato que ofende a gritos al empresario quien por fin habla – mirá; lo único que  quiero de vos es información sobre quien vive acá, vos tenés que saber – la copiloto abre los ojos sorprendida y le dice al empresario castillo que no puede dar tal información. El señorón le habla altivamente mientras le enseña tres billetes de a cien y exige respuesta, el vestido duda y pregunta –pero por que desea saber eso usted, dígame y quizá lo pueda ayudar – El dueño del mercedes en un arrebato grita: – da la casualidad que creo que ahí vive una mujer que trabajó conmigo de cholera y quizá su hijo es mi hijo también, ¿feliz putito, ahora me vas a decir? - “El putito”, el del perfume barato, el que tiene su oficina en la esquina, el travesti, abre los ojos, siente frio en su cuerpo, respira hondo, traga y ya sin fingir voz femenina  articula temblorosamente unas palabras –señor, es posible que este putito sea su hijo!

lunes, 15 de octubre de 2012

¿Somos o no somos?



Somos el opio de la memoria histórica en las urnas, somos los santos mestizos clasistas y racistas, somos los guerreros mayas eso sí; solo cuando se proyecta un mega show para celebrar el Baktún 13, somos anti racistas un momentito, única y únicamente cuando un hombre de maíz hace historia en el deporte, somos los miles de jóvenes envenenados e idiotizados por las marcas, los malls, la cultura MTV y ahora hasta con la sobre dosis novelesca de las apologías al narco, somos los soldados y sus cobardes disparos al aire con balas compradas por el pueblo que asesinan, somos una desordenada y jardinizada ciudad con agujeros que se tragan a las personas…

Somos los que aconsejamos a las chicuelas que  es buen partido aquel que tiene pistales, somos los que endiosamos de sobremanera a un cantante pop y su Pepsi, somos la nueva moda fashion-excluyente como nuevo folclore de la zona 1, somos la fiel afición de los amañadores y nunca mundialistas, somos las imbécil-idioti-estúpidamente segregadas clases medias y modestas, somos los fieles corderos y sirvientes de la hermética cúpula de poder guatemalteca, somos la sabrosa mordida que les da de comer a los buitres con placa y pistola, somos el big barrio, la “eitin” y la salvatrucha rifando cagadales sin sentido, somos los machos y hembras reivindicando el machismo…

Somos el vomito producido por cebada fermentada en levadura y enlatada como orgullo de la patria, somos el spanglish de la cultura anoréxica, somos una autoridad eclesiástica en mediática propaganda empresarial, somos los nuevos antros excluyentes, somos donadores del voto al “menos peor” (si es que aún lo hay) cada cuatro años, somos 36 años de balas de todos lados y no aprender, somos los miles de miles que siguen a un pendejo-filisteo que invento el discriminativo termino “choco chavo”, somos la crisis espiritual de la época que hace rico con cash hasta la luna a un farsante, somos los burros y brutos que priorizamos el derecho de la libre locomoción ante el derecho inalienable de la vida, somos la fábrica de payasos para salvar a Guatemala, ¿Somos o no somos?        

lunes, 8 de octubre de 2012

Un paniqueado lugar



Ya son como las tres de la mañana y este lugar parece un abandonado manicomio, carcomido por ratas y ratones, olvidado por los rayos del sol y acogido por la miseria y la desolación. Es un purgatorio terrenal, una celda intoxicada, un terreno paniqueado. Adentro poco importa la hora aquí, es difícil de saber si pasa el tiempo o no, una que otra vez; cuentan, que aparecen rayos de luz. Algunas sonrisas de vez en cuando acá adentro, en este sucio y apestoso lugar nunca existe la confiabilidad pues todos aseguran ser planchas. 

Las personas son como espectros solitarios, solitarios espectros deambulando de un rincón hacia otro, otros, solamente sentados esperando más, ¿Cuánto más? mandíbulas nerviosas, dedos tronadores, silencio insoportable y a veces, voces; siempre susurrando, casi siempre susurran y entonces “toc – toc” ¡el portón!, ¿será otro cliente, la policía, alguna prostituta, un travesti, un cliente maleado y paniqueado sin dinero? rápidamente, sale de la única recamara un tanto limpia donde hay un viejo televisor, el tipo encargado de este lugar, el tipo que cuida y vende, sujetando una 45 milímetros por “cualquier cosa”, me inquieto y veo a mi compañero que no logra controlar su mandíbula volteo y observo al señor sentado en otra habitación de este jodido lugar todos atentos, miradas enajenantes, rostros paniqueados, ojos bien abiertos. Él tipo de la pistola abre la ventana y parece reconocer a quien tocó el portón así que volvemos a la calma bueno, volvemos a los nuestro. Él sujeto que entro viene con un niño como de siete años y solo van de pasada, no les doy importancia, El niño y él a penas y voltean a ver, compra y se marchan.

Y se consume: se fuma “jguuuuu crracckkk” y se consume; se inhala “huuufff - huuufff”. “toc – toc” ¡mierda! La puerta otra vez, solo espero que no sea algún enemigo del tipo que vende y que venga con eso que los pintas llaman; “ajuste de cuentas”. Solo espero que no sea un cliente totalmente paniqueado y pedo buscando problemas. Solo espero que no sea la policía con papeles que les autoricen entrar para un cateo y nos lleven jalados a todos, la verdad; cualquiera de esas tres posibilidades estaría de la chingada. No sé si estoy paniqueado por pensar esto pero esas cosas, de vez en cuando, suceden…

Todo bien pues era una clienta más, por como viste y su poca ropa intuyo que vende su cuerpo en alguna esquina de este sector y no puedo evitar verle los pechos, no son muy grandes, si redondos y bien formados, la verdad me gustan. La veo a los ojos y ella se sonríe conmigo y camina hacía la recamara principal, hablándole al tipo encargado con suma confianza de clienta frecuente, de seguro; comprara piedra y la fumara acá adentro… efectivamente eso hace. Camino hacía ella, mi compañero entiende lo que hago y no se mueve de su sitio, no pretendo pagarle por sexo ni tampoco invitarla a más sustancias simplemente, me atrajo y estoy pedo. Me encuentro frente a ella hablándole, me contesta, pero solo lo necesario pues está muy entretenida con su pipa y su piedra “jguuuu crrackk” ingenuamente, pensé que me iba a ofrecer piedra y obviamente no lo hizo, yo ya había pensado en rechazarla por el hecho de no usar la misma pipa que ella lo sé, se escucha discriminativo y feo pero es pura lógica, pura precaución, ¿irónico tener precaución estando adentro de un lugar así verdad? Pero ustedes comprenden.

Luego de fumar su piedra se levanta, me toca con maestría y firmemente la entrepierna y sonríe, aprovecho para tocarle sus pechos, mis dos manos lentamente paseándose sobre sus dos pechos la verdad; son duros y creo que bien hechos, estoy excitado pedo y excitado, acerca su rostro al mío y sonríe viéndome a los ojos, luego; se aleja guiñándome el ojo y se despide diciéndome – adiós canchito - le comenta al tipo encargado que desea salir, le abren la puerta y se marcha y yo; vuelvo con mi compañero quien parece haber consumido más y estar aún más pedo, “huuff –huuff” veo mi reloj, ¡puta! cinco de la mañana, le hago el gesto de que me largo y me responde sin hablar, que nos vayamos juntos. Me despido del encargado dándole la mano y sonriéndole, pura empatía entre vendedor y cliente, mi compañero también se despide… el tipo abre la puerta y sale a ver a la calle que todo esté en orden, luego procede a decirnos – vivos, todo fresco - y por fin nos vamos. Subimos al auto que mi compañero conduce mientras veo varias veces por el retrovisor, ojalá no nos vaya a parar la policía pues todavía está oscuro y ellos saben que ocurre en aquella casa, por el momento no veo ninguna patrulla, eso está muy bien, está jodidamente bien.