jueves, 12 de diciembre de 2013

Nacer acá...



Nacer acá es un arte opuesta
a la simetría, es una convulsión
constante, constante, constante…
transitar por acá es reconocerte
abusado por las fundas caudillas
que dedican sonatas a la divinidad
del mesianismo occidental
entre alfombras
impregnadas de olvido,
es rendirle culto a la indiferencia
es paranoia ante niños armados
es quimérica felicidad de modas
y pantallas que sustentan existencias
inauténticas arrojando limosnas
para satisfacer su egoísmo…

Es rozar la melancolía
de militantes cansados,
poetas perdidos,
amantes ebrios,
y talentos sumergidos en coca…
deambular por acá es la praxis
del amo y esclavo
agachando la cabeza para poder
destacar  y ser alguien en
un país de esquinas pérfidas
que recorre sus días
en el festín de la amnesia…

Caminar por acá y observar
los choques de autos
que entretienen a transeúntes
agotados que se fueron olvidando
de sueños a temprana
edad cuando las ráfagas del
silencio colonizaron sus latitudes
más recónditas reivindicando
el esclavismo de sus ancestros…

¿Entonces; nos dejaremos influir
 por voces externas,
joderemos al vecino,
nos consagraremos a los objetos,
alimentaremos la prostitución,
añorararemos el sonido de los cajeros,
le ordenaremos a nuestra pareja que
nos sirvan la cena para gozar de los
sublimes trofeos que conlleva el
haber nacido acá…?


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Enojo



Palacios de enojo
envolviéndome
En trampas y callejones,
silencio enredándose
en alaridos internos,
a algunos espectros
hay que exiliarlos
con un puntapié
en el culo y así
guillotinar las sombras
del temor…

Me vuelvo desenfrenado
y diminuto
dentro del caos
sublime del que soy parte…
en constelaciones de antaño
me encadeno cobardemente,
tan absurdo creer en
arquetipos, en ideas
de lo que debemos ser…
no ser y frustrarse,
incapacidad de ser
lo que no se puede ser…

El cristal donde te reflejas
no calla estrépitos,
te conoce tan bien,
es hijo de Freud,
un pisco-analizador,
ingobernabilidad
del enojo,
fraccionamiento del
resentimiento inquebrantado
de la frustración de clarinetes
que cantan a tu alrededor
hilando excitaciones
confusas de desolaciones
paranormales
que apaciguamos en
excavaciones internas…

El sol de la cobardía
como centro de una galaxia
de odios y nicotinas de
fracasos donde habrá
que cultivar la hierba
del gozo entre frutos
desolados… y es que
cuando la sangre
recorre arterias incapaces
de amar se fracasa
en todo…

Los místicos acordes de
las ferias invitan a nadar
adentro del éxtasis gozoso,
de ese mismo que mi especie
considera superfluo y
anacrónico invitándome
al olvido de actos
no lucrativos…
enojos
revolcándose
interiormente
explotando en vómitos,
brindando serenatas
de insomnio…

risotadas
cabreadas
retumbantes en
geografías humanas
extraviadas en
festines
agrios y
desolados en
caos galaxial y
mundillos
de reposaderas
y tufos de
submundos
internos,
cantores
estruendosos
de picoteadas
de buitres
 en latitudes donde
no existe luz…

El Desahogo
descomunal
evitando
explosiones
internas
en un mundo
segregado
 que se hunde
en caminatas
tambaleantes…
el subconsciente
buscará alimentos líricos
para apaciguar
la turbulencia de la
oscuridad…



jueves, 17 de octubre de 2013

El Barrio



Multifacético, peligroso, urbano, tradicional, mítico, ruidoso, silencioso, jodido, pobre, rico, metanfetaminoso, religioso, callejero, pandillero, custodiado… así amanece aquel barrio; los primeros rayos de luz llegaban aquella mañana como suelen aparecer cotidianamente, pero son como todo en ese barrio: diversos y variados, luminosos y oscuros… el barrio despierta con la gente, la gente goza a veces y otras; sufre al barrio.

“Tan – tan – tan”, las campanas de una pequeña iglesia cerca del barrio replican una y otra vez anunciando la ceremonia, el rito, el culto, la misa. Los creyentes se encaminan hacia el templo mientras la hora de que los chicuelos ingresen a la escuela ha llegado, así lo advierte el timbre de aquella institución. Josecito va tarde, trota, corre, lo van a castigar ahí; cuentan que todavía golpean a los alumnos si desobedecen las normas establecidas.

Entonces sigue corriendo sin voltear a ver al vagabundo que ha dormido en la misma acera de ese barrio durante los últimos tres años: “el Peter”, quien por las noches en dicha acera a postrado su tufo, su decadencia, su locura, su muerte viviente. Hay diversas teorías acerca de él, Unos; dicen que el exceso de drogas alucinógenas lo dejó en la ruina; otros, que anduvo en malos pasos entrometiéndose en ritos satánicos y oscuros realizando pactos con Belcebú y por la esquina unos hippies aseguran que simplemente se despojó de las preocupaciones de este jodido y cabrón mundo, de este jodido y cabrón sistema. La verdad nadie sabe ni sabrá a ciencia exacta lo ocurrido con aquel vagabundo.

Doña Wicha, quien fue a misa esta mañana, y a quien le gusto la homilía, que fue al medio día a traer  a su hijo Alvarito al colegio, ya regresó de traer las tortillas para el almuerzo que está por servir. Entretanto, a “Peter”, el vagabundo, nunca se le ve en el barrio por las tardes. Los tacones de unas muchachas denotan la aceleración del paso (como lo hacen la mayoría de vecinos) al deambular frente a aquel callejón sin asfalto, con tierra, con lodo, llamado “el África”. Donde hay una buena cantidad de grafitis con máximas de pandillas, la más grande y mejor hecha declara la frase: “entre locos no muere el loco”; al fondo, en una pequeña casa, vive el ranflero de la clica, la cual ahí planea sus atracos, casi siempre son operados afuera del barrio, en una especie de idiosincrasia  leal a la gente de su barrio.

El ranflero se hace llamar el Big Wolf, en su casa; tiene una plasma de treinta y ocho pulgadas y una tola cuarentaicinco; llena sus pulmones de mucha yesca durante el día, cuenta con más de veinticinco tatuajes, pero del que más orgulloso está es del que se ubica en el omóplato de su geografía, el cual expresa: “muero por mi clica”. Le regala bastante dinero a su única hija, quien acaba de cumplir ocho años pero que nunca pasea con su papá, puesto que este las únicas veces que sale del África es para atracos mayores; de verdad sería serio pedo meterse con ese vato.

La convulsa cotidianidad ha transcurrido en aquel barrio; patrullas custodiando, adolescentes estudiantes, algún vato planeando algún atraco, cinco niños jugando con una pelota plástica y rota al sacarrín, y el sol ya procede a ocultarse cuando pasa el espectro de anima-oblitus: espectro laborioso que vigila a los olvidados trabajadores callejeros y deambula todos los días Miércoles por este barrio. Esta vez,  justamente se detiene enfrente de un local alquilado por la organización de Alcohólicos Anónimos, donde un sujeto da su testimonio al estilo de todo un pastor protestante declarando que bebió de sobremanera por veinte años y que ahora levantó la mano gracias a que encontró al señor.

La noche ha llegado y la luna se hizo presente sin miedo; dentro de varias casas en ese barrio se vive oscura nocturnidad, en paredes carcomidas de desolación, de adicción, de intoxicación, de paniqueamiento, de consumismo farmacéutico, puntos visitados por adictos a las suaves y a las duras, adictos de toda clase, de todo sexo, ratas caminantes pasan mientras inunda un olor a mierda sumado con olor a mierda y vómitos. Las voces susurrando, un televisor, tremenda pistolota la del encargado y el barrio lo sabe, los vecinos lo saben, la comprada policía lo sabe y los enemigos de los dueños lo saben, y a veces, solo a veces, pasan tragedias muy violentas dentro de esos purgatorios terrenales, pero Joshua solo quiere unas líneas más, así que deja los papeles de su carro rojo como garantía, porque se le acabó el efectivo.

Muy cerca de uno de esos jodidos lugares bautizados bajo el nombre de puntos, en la esquina, hay un grupo de cuatro prostitutas, sexoservidoras, oficinistas de las esquinas, dicen, cuentan en el barrio que son las más cotizadas de por ahí, las mas voluptuosas, las mas buenotas, las más eróticas, las que mejor lo chupan.

Se parquea un carro pequeño, -“¿Qué tal, papi? -¿Cuánto el oral… y el vaginal? -Vamos a un hotelito acá cerca, ahí me lo haces bien mi amor” Son algunas de las frases que intercambia Freddy con la Shanty. Freddy viene del trabajo, vive también en el barrio, está caliente y medio bolo y el cuerpo de la Shanty lo excitó, lo encendió, lo entusiasmó, lo estimuló mucho;  acuerdan todo el trato y se dirigen a un hotelito cercano, él cual es sucio pero barato, feo pero efectivo, pequeño pero suficiente.

Freddy disfruta el polvo, está muy excitado y desinhibido, tan desinhibido actúa que queda agotado y dormido tras él polvo y la Shanty aprovecha su viveza que le enseñó la calle robándole el celular.

El día ya está por terminar, la noche ha sido fiel testigo del barrio. El estruendo de dos sonidos iguales, uno inmediatamente seguido del otro aparecen; sonidos secos y conocidos por los vecinos. “Paahhhh–páahhhh” Una vecina ve a través de su ventana, un cuerpo de mujer yace en el suelo mientras un carro acelera a toda velocidad, no tan lejos se escucha ya la sirena de la patrulla policíaca y la vecina procede a llamar a los bomberos…

Los diarios, llegan temprano  por la mañana a las casas, con la noticia. Incluso algunos diarios tomaron fotos de la víctima en el suelo y la sangre mezclándose como agua y electricidad, con el pavimento: “Acribillan a quema ropa en la esquina del barrio a Ricardo Ramírez, travesti; la policía declara que ya había estado implicado en extorción y que seguramente esto fue un ajuste de cuentas, las investigaciones continuarán”.

Es lo que recién Leyó  doña Conchita esta mañana de jueves; ella reside a una cuadra de donde aconteció el crimen, suspira, cierra el diario y refunfuña: –Las investigaciones continuarán, jaahh ¡cómo no!; y procede a caminar rápidamente a la tienda para comprar un par de huevos, pues el desayuno espera. Un día nuevo ha comenzado en el barrio.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Choques...

Cortándome con las contradicciones
con los límites de la realidad
absorbente que grita
haciendo retroceder.
Perdido entre las secuelas
de mi infancia,
los bares, las banquetas
y el suicido de esta ciudad…
Todo es silencio transitando
en rincones, la sinceridad
está pasada de moda,
es una lengua muerta
como varios Ismos y
diversas túnicas…

Choco de cara ante el absurdo postrado
a la vuelta de la esquina. No es fácil,
jamás fácil, nada fácil, nunca fácil
desprenderse de las insignes doctrinas
que dan un ingenuo confort
a los crédulos mortales. Hastiado
de los berrinches autoritarios
adorados día a día por
los diarios del dominio…

Camino con el cuerpo despierto
y la mirada dormida entre las masas
que fuman, que fumamos:
del narcótico de las vitrinas,
de las pantallas, de las galerías,
de la demagogia, del amor burgués y
del ancestral racismo…
Algo parecido al miedo ocurre
ante la noción del tiempo y
la incomprensión del devenir;
mezclamos ruidos, coca, guaro,
besos… y Las arpas del silencio
cantan recordándonos
que la felicidad es solo un eslogan
incomprensible cuando nos
pateamos entre nosotros
como santos vasallos débiles…
sigo colgado de un vástago débil
sujetando este texto y quizá
esta existencia que antes que
amanezca, supongo,
seguirá chocándose.




viernes, 23 de agosto de 2013

El Poeta Maldito


Entre vacíos e inseguridades ancestrales,
entre el ego y el silencio de los dioses
que carcomen sus oídos en el
insomnio de la soledad que lo acompaña.
deambulado entre ráfagas detonantes,
agobiado por la perenne implosión
que denota aquello que
Invade su pensamiento.
Herido por su especie y por los cielos
de este bizarro planeta…

Por su cansada garganta pasea
un barato aguardiente
que lo incita a la orgía destructiva
entre textos, noches desveladas,
mujeres, sueños inalcansábles,
fogatas terapeúticas, poesía burda,
precarios moteles y constipación
de diversos fracasos que han
cansando sus dos brazos…

Oprimido por el vaivén actual
observa el infinito sin lograr descifrarlo.
Agobiado por ser hijo del tiempo de las
vitrinas y de los eslogans de felicidad
plástica post guerra, se niega
a resignarse, no pierde la fe en creer
que no esté lejos aquel bello espectáculo
 de la destrucción masiva de su enfermo
entorno y él; gozándolo, sonrientemente…