La carpa del circo alegórico es
inmensa /es plástica e ilustrada, / y ahí nos postramos sonrientes y nerviosos
/ esperando a que los diversos críticos / y editores nos escuchen, nos acepten,
/ nos atiendan y quizá solo quizá; que nos lean / con sus lupas intelectuales /
y su aburrimiento moldeado y / sus celos inherentes para / Poder entrar al
club, al selecto, / al fino, al florido, al intelectual club / donde reinan los
distintos cocteles, / donde se grita con algarabía que somos / hijos de homero
y Ovidio, /de Da Vinci y Miguel Ángel / o de Monét y van Gogh, / donde el vino es
/ una pieza infaltable en los artistas y / entes sofisticados que visten / con
distintas túnicas de identidad / hippie, de identidad post moderna, / de identidad
erudita, tan falsas…
Exhibiciones de arte por el arte,
/arte menudamente sofisticada, / arte cada vez más elitista / cada vez menos
humana, / digna de esta época tecnolátrica, / digna de esta época de crisis
cultural, / espiritual y artística / y entonces nos volvemos tan engreídos, / tan
absurdamente geniales / fanfarroneando de complejos temas, de / grandes
creaciones nuestras / Si, con demagógicas homilías de nuestras / desdeñables
obras, de nuestras absurdas/ realizaciones creadas por
nuestras / torpes manos y nuestros cerebritos, / cerebros tan geniales,
tan universales, / tan únicos, tan limitados…
Y nos embriagamos como artistas, / y
nos dopamos como artistas, / y es que así hemos escuchado / que lo hacía Poe,
Mozart, Bukowski y Dalí / y entonces; nos volvemos catadores y devotos de las artes expuestas / en clubes ostentosos
y menospreciamos el arte / más vernácula de nuestra tierra / y morfinómanamente no logramos discernir / entre el arte y el entretenimiento / y donamos nuestra almas a editores
/ conservadores que se burlan de ellas / pues priorizan en nombres reconocidos
y / temen competencia ante la búsqueda del arte, / y por ello respondemos de la
misma forma / a los novatos que van surgiendo.
Y es que somos los santos / artistas
de un país olvidado / por dios y por el mundo, /olvidado por las musas y
sumergido en sangre, / donde las elites dominan el arte / para controlar el
discurso / pues así debe ser, entonces nos transformamos en / una generación maldita de payasos / sin identidad, sin
cojones, sin talento, / con muchas ínfulas, con muchos / plagios al arte europea,
/ al arte oriental, con críticas de risa, / de eruditos de escritorio, de
eruditos apolíticos, / los eruditos son esos niños pretenciosos que saben todo / Pero
no saben nada de la vida…
Yo ya no
quiero más criticas constructivas para / nosotros, los artistas y los críticos / de
la gran Guatemala, / Para el país que exilia a los grandes artistas / yo quiero una crítica destructiva, / eso pido destruir, destruir y tres
veces destruir / la lisiada y menuda materia chueca / que hoy por hoy se ha adueñado del
arte / y que varios consumen / mientras nos atoran con vino y queso / Por eso
de que la creación no sea / Suficiente, en este país de la enorme carpa / Azul blanca
y azul.
Seguiremos
soberbios, adquiriendo anteojos cada / vez más grandes, gozando de cocteles / sociales,
creyendo que el / arte nace en las galerías pomposas, /cuando realmente / nace
en las esquinas de los barrios olvidados / y en el clamor de su gente, / y en
el modesto pincel de aquel solitario / pero no lo entendemos porque somos tan /
autoritarios y excluyentes / siendo tan risibles para los dioses, / siendo tan
artistoídes en el holocausto de la creación / distorsionando al arte, plagiando
al arte / y poco a poco haciendo lo que mejor /sabemos hacer; sometiendo al arte
/ a un horrible genocidio…