Mi urbe y sus ritos convulsos,
Sus ferias de tristezas y de bullicio apagado,
mi urbe como garrick perenne que
ríe llorando, que solloza y ¿cómo no?,
Si es urbe de niños tatuados de hambre
que escupen balas en cualquier esquina olvidada,
si es una urbe sádica golpeándose
con látigos de
cuero negro,
de realidad negra, de devenir negro y de racismo
blanco,
urbe alcahuete, consentidora y tolerante
con las vejaciones envenenantes y anacrónicas…
Como un laberinto sin salida, así se concibe esta
urbe,
cual corazón humano ardiendo en una rustica parrilla,
visera que aún late mientras arde en ese fuego
encendido
por la misma urbe…
aquella tan contradictoria, tan paradójica, tan
incoherente,
tan bipolar, tan triste, tan melancólica y tan jodida,
tan precaria y tan pomposa, tan autentica y tan falsa
tan armada y tan hambrienta, tan armada y tan
hambrienta,
urbe vendida y prostituida a los aristócratas del
dinero,
al imperio y a esa excreción que es la inconsciencia…
mi urbe y sus bocinas de robotismo, de barrios
enjaulados,
de eyaculaciones en esquinas, de esperanzas tenues,
de ínfulas arias, de comerciantes del hambre,
de noches de domingo desesperanzadoras,
de mediocridad
feudal, de segregación sistematizada,
de nicotina
consumista, de verdugos de conciencias,
nuestra urbe transcurre, bajo la sombra de nuestros
gemidos.
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