Vocifera día a día a todos los vientos que el semejante ¡no
importa!, ¡que los modestos no importan!, ¡que los distintos no importan!, ¡que
la servidumbre no importa! Le susurró al oído a Heidegger que el ser
se olvidaría del ser y tenía el soplo de su voz lleno de razón… los chiquillos
del hambre son para las postales de los noticieros burgueses y para
realidades sin importancia… sus maestrías son la violación al amor y el abuso de poder, es el porrazo a la ternura en el vaivén de la historia… crece y se reproduce rápidamente
en palacios y en hechizas de fuego, en la marginación y en los golpes nucleares
al corazón del mundo mientras no pierde tiempo esparciendo estiércol; para
alimentar a los patéticos continentes olvidados…
Dios ha muerto gritó en el oído del sabio y loco sifilítico…
es un magno hacedor de guerras y pestes, de conflictos y sequillas. Es el silencio
que devora a la verdad y la codicia que alimenta las traiciones… escupe excremento fascista y genocida, es el
vil comerciante de los hombres y la eyaculación que golpea a féminas y machos,
es neo liberalismo burdo y pusilánime de militares y machos cabríos con balanos
hinchados y rasgados por las violaciones a la bondad y a los pueblos… es psicoanálisis para el control mental…
La soberbia terrenal y el servilismo ocasional, su religión
dogmatica adora a la sangre, al lucro y a las inquisiciones… moldeando la
justicia y machacando con bombardeos nucleares a la verdad, la ganancia lo es
todo sin importar nada más… sonríe vulgarmente postrando a sus siervos a sus pies
como un Dios, como un Dios de la guerra que canta himnos de batallas y de
sangre esparcida por civismo y por una bandera… es así tan deforme, es así tan
humano.
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