Cruzó la meta, ganando una medalla olímpica después de marchar
20klmts, cruzó la meta a pesar de las adversidades que vivió en su modesta casa
en Chiyuc San Cristobal Alta Verapaz, estuvo en el podio en Londres después de
haber pasado hambre, en este macondo llamado Guatemala, donde a su entrenador,
a quien aprecia como un padre; no le pagaron durante algunos meses. Se coloco
en el más alto nivel de la marcha (junto a chinos y rusos) sin el debido apoyo
de nuestras autoridades, quienes ahora; en un patetismo demagógico hacen una
perorata de apoyo al atleta nacional. Se dio a conocer entre la sociedad
guatemalteca solo tras su triunfo, pues muchos hubiesen preferido un
héroe del tipo “holliwudense”, en otro patetismo snob de los fans del primer
mundo.
Luego de su hazaña olímpica, los diarios se llenaron con publicidad
de empresas utilizando su imagen, haciendo detonar explosivamente aquel viejo refrán
de: “saludar con sombrero ajeno”. Posiblemente en esta sociedad no lo hubiesen
dejando entrar a un bar o disco de moda. Algunos intelectualoides snobs,
hicieron de menos lo sucedido esa mañana de Sábado en Guatemala y tarde en
Londres, por tratarse de deporte. Tan grande fue, que se presto para diversas
opiniones, debates, lágrimas de alegría, etc.
Lo que lograste, es para un aprendizaje profundo, para una cachetada a esta
sociedad muchas veces racista, intolerante y discriminativa. Una alegría, si
bien, compartida por muchos guatemaltecos pero una gloria tuya y de los tuyos.
Un triunfo de tu dedicación y confianza en lo que creías, a pesar, de las
vicisitudes que aquejan aún más al interior del país. La primera medalla en una
justa olímpica no podía venir de alguien diferente a él, tenía que venir de
alguien grande de corazón, e inmenso de humildad como vos.
Erick Barrondo marchará, marchará y marchará mucho tiempo, solo, 100 años incluso,
100 años de soledad en nombre de todos esos colaboradores y atletas que nunca
fueron volteados a ver, que no lograron ver una medalla olímpica guatemalteca,
que quedaron a medias por que tuvieron que abandonar su vocación y trabajar, muchas
veces; siendo explotados para así, sobrevivir, por esos niños que les fue
arrancado su sueño, por todos aquellos atletas en potencia que marcharon,
nadaron o corrieron en soledad, en lugares modestos y no llegaron. Han sido quizá 100
o más años de soledad los que se viven en este suelo donde solidaridad, es lo
que falta. Gracias Erick, por esta lección de vida. Grande.
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